miércoles, 6 de abril de 2011

Puedo ser la más ingenua, incluso la más tonta. Puedo aceptar que muchas veces peco de idiota, y que todo lo que me decían era verdad. Pude equivocarme conscientemente y cómo duele saber que no sirvió de nada. Cómo me encantaría poder ser yo quien me lo arrancara del pecho, quien lo sacara a patadas de mi cabeza, quien borrara su recuerdo para siempre; cómo me gustaria ser yo y no el destino quien colgara cuadros con otra fotografia que no sea la suya, quien destruyera los muebles que tocó, y ordenar todo, tal y como estaba antes de que llegara él a descolocarlo. Odio su risa, sus palabras, sus gestos, odio que me hable como si nada, que reconozca sus errores, odio quererlo más cada vez que me falla-

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